La inteligencia artificial ya no solo revisa contratos o documentos: también está encontrando oportunidades para juicios. Ese es el negocio de Darrow, una startup israelí que rastrea internet en busca de posibles irregularidades corporativas y las traduce en ideas de demandas colectivas.
El caso más emblemático fue contra la app de citas Bumble, acusada en 2021 de recolectar datos biométricos sin consentimiento en Illinois. El proceso, iniciado gracias a un hallazgo de Darrow, terminó en un acuerdo de 40 millones de dólares, con indemnizaciones de 1.900 dólares por usuario y 14 millones para los abogados.
Fundada en 2020 por Evyatar Ben Artzi y Gila Hayat, la empresa analiza desde políticas de privacidad hasta quejas de consumidores y cruza esa información con leyes vigentes. Luego, ofrece los casos a bufetes y hasta colabora en la búsqueda de demandantes. Su modelo combina suscripciones de software con un mecanismo polémico: quedarse con una parte de los honorarios de los abogados que ganan juicios gracias a sus hallazgos, algo que en EE. UU. solo es legal en ciertos estados como Arizona.
Con clientes en 80 estudios jurídicos y una facturación de 26 millones de dólares en 2024, Darrow proyecta duplicar ingresos este año y ya busca expandirse a demandas por “agravios masivos”, como las que involucran a farmacéuticas.
La empresa se mueve en una zona gris regulatoria, pero su rápido crecimiento sugiere que está marcando el inicio de un nuevo nicho en la intersección entre la IA y la justicia. “En 10 años esto será normal”, anticipa un abogado especializado en ética legal.
Fuente: Forbes / Redacción TE