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sábado, agosto 2, 2025

Sin el aporte de Vaca Muerta la balanza comercial habría cerrado el primer semestre en déficit

Redacción TE.- El dato es elocuente: entre enero y junio de este año, el sector energético argentino generó un superávit comercial de 3.700 millones de dólares, lo que representa un crecimiento del 36 % respecto al mismo período de 2024. Sin ese ingreso, la balanza comercial global del país —que cerró el semestre con un saldo positivo de 2.788 millones— habría sido deficitaria.

El aporte energético se convirtió así en el único ancla real del equilibrio externo argentino, en un contexto de desaceleración de exportaciones agrícolas, caída de reservas y fragilidad macroeconómica. El dato más relevante no es sólo el superávit en sí, sino quién lo produce: el 80 % de ese saldo está explicado por el petróleo crudo de Vaca Muerta, que empuja la performance exportadora y desplaza la necesidad de importaciones.

Durante junio, las ventas externas de crudo alcanzaron un récord de 371 mil barriles diarios, y en el acumulado semestral se exportó un 10 % más de gas que en el mismo período del año pasado. A esto se sumó una reducción del 39 % en las importaciones energéticas, gracias al mayor abastecimiento interno de gas, facilitado por la capacidad adicional del Gasoducto Presidente Néstor Kirchner y obras complementarias.

Según datos del Instituto de Estrategia Internacional de la Cámara de Comercio Exterior, las exportaciones de petróleo crudo totalizaron 3.177 millones de dólares (+25 % interanual), mientras el gas natural alcanzó los 364 millones (–10 %), y otros productos como naftas y butanos licuados aportaron 245 y 168 millones respectivamente. En volumen, las exportaciones energéticas crecieron un impresionante 110,5 % respecto al primer semestre de 2024.

En paralelo, el superávit comercial total del país cayó un 74 % interanual. La agricultura, históricamente el gran aportante de divisas, no logró sostener su nivel de ventas externas, golpeada por la finalización de los beneficios transitorios en las retenciones y una caída de los precios internacionales. Mientras tanto, otros sectores industriales continúan mostrando un balance negativo.

Todo esto deja expuesta una verdad estructural: sin Vaca Muerta, Argentina no tiene hoy cómo sostener su balanza de pagos. Más allá del precio internacional del crudo —que sigue siendo un factor de riesgo—, la combinación de mayor producción, infraestructura y capacidad de exportación convierte al complejo hidrocarburífero no convencional en el único motor netamente generador de divisas en la economía nacional.

Las proyecciones del sector son ambiciosas: cerrar 2025 con un superávit energético superior a los 6.000 millones de dólares, y escalar hasta los 25.000 millones anuales antes de que finalice la década. Pero esa expansión exige decisiones: continuidad en obras estratégicas, financiamiento, estabilidad jurídica y acuerdos de largo plazo que aseguren el desarrollo sostenido del ecosistema energético.

Argentina se encuentra así en una encrucijada productiva. Vaca Muerta se transformó en mucho más que una fuente de recursos: es una condición necesaria para sostener el presente macroeconómico y proyectar cualquier modelo de desarrollo con soberanía energética y balanza equilibrada. La pregunta que sigue abierta es si el país será capaz de capitalizar ese recurso para construir una agenda de futuro más allá del extractivismo.


Fuentes: Instituto de Estrategia Internacional de la Cámara de Comercio Exterior; Ámbito Financiero; Secretaría de Energía; Datos de exportación sectorial (junio 2025); estimaciones privadas del sector.

Redacción TecnoEnergía – Información con visión de futuro. 01 de agosto de 2025

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