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domingo, diciembre 7, 2025

Inteligencia Artificial: ¿miedo o posibilidad?

Vivimos una época en la que lo real pareciera avanzar más rápido de lo que podemos asimilar. La llegada masiva de la inteligencia artificial (IA) es un perfecto ejemplo de ese vértigo: nos deslumbra, nos inquieta, nos llena de interrogantes… y sin embargo ya está transformando nuestra vida diaria. No es el futuro: es el presente. 

La IA ya está en hospitales que detectan enfermedades con más precisión; en oficinas que agilizan trámites antes interminables; en pequeñas y medianas empresas que adoptan herramientas digitales para crecer; en escuelas donde permite personalizar la educación; y en teléfonos, apps y servicios que usamos a diario para organizarnos, movernos o cuidar nuestra salud. 

Pero ante este avance, muchos siguen usando la retórica del miedo. Se oye la voz del pánico: hay quienes proponen prohibir, acotar, detener. Surgen debates que invocan la precaución, la tradición, el control. Esa vieja tentación tecnológica —una “Inquisición” contra el cambio— reaparece con fuerza. 

Ese camino ya demostró su inutilidad: cada gran salto tecnológico —la imprenta, la electricidad, Internet— fue frenado al principio por temores, y luego aceptado por la sociedad, que lo integró, lo adaptó y lo transformó en progreso. 

Por eso, no tiene sentido legislar desde el miedo. Lo que necesitamos —con urgencia— son regulaciones inteligentes: marcos de uso claros, protocolos transparentes, reglas que garanticen derechos y eviten abusos. No para clausurar la IA, sino para orientarla. 

No se trata de decidir si queremos a la IA en nuestras vidas, sino de definir cómo queremos que esté. Con límites éticos, justicia social, equidad, responsabilidad. Con educación, debate, políticas públicas pensadas. Con un compromiso colectivo firme. 

Porque la IA puede ser —y debe ser— una herramienta para reducir desigualdades, expandir derechos, mejorar servicios públicos, democratizar el acceso al conocimiento. Pero esto solo será posible si la abordamos con inteligencia democrática y visión de futuro. 

La IA no es el enemigo. Es una gran oportunidad. Y el desafío es aprender a conducirla, desde la ética, la apertura y la responsabilidad. Ese desafío —sin duda— empieza ahora.

Fuente: Infobae/Redacción TE

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