La Cámara Internacional del Litio (CIL Lithium), con sede en Chile, presentó una propuesta para que Argentina, Bolivia y Chile fortalezcan su integración y avancen hacia un esquema común que permita al Triángulo del Litio ganar influencia en el mercado mundial. El objetivo central es dejar atrás el rol de meros proveedores de un insumo estratégico y reducir la dependencia de los precios fijados por los grandes compradores globales.
Pamela Goicovich, presidenta de la entidad, y Sebastián Quiñones, director ejecutivo, señalaron que la región posee “ventajas geológicas únicas”, pero que aún no ha logrado traducir ese potencial en mayor capacidad de negociación. Por eso impulsan una hoja de ruta conjunta que contemple estandarización técnica, acuerdos logísticos y criterios compartidos de sostenibilidad.
Una estrategia con tres pilares
La propuesta se articula sobre tres líneas principales:
• Tecnología y eficiencia productiva. CIL promueve la incorporación de métodos avanzados, como la extracción directa (DLE), con el fin de optimizar procesos, reducir costos y responder a un mercado cada vez más competitivo.
• Sello de sostenibilidad regional. La cámara plantea la creación de un estándar ambiental y social común, basado en energías renovables, trazabilidad mediante blockchain y participación activa de comunidades locales.
• Mayor valor agregado. El plan propone avanzar hacia derivados de mayor complejidad —como hidróxido o cloruro de litio— para evitar que la región siga concentrada en la exportación de carbonato de litio sin procesamiento.
Goicovich subrayó que la cooperación entre los tres países permitiría aprovechar las complementariedades existentes, por ejemplo la salida al Pacífico a través de puertos chilenos, lo cual potenciaría la competitividad exportadora tanto para Argentina como para Bolivia. La funcionaria destacó que la articulación entre Estado, empresas, academia y comunidades será decisiva para evitar conflictos y acelerar la transición tecnológica.
Objetivos hacia 2030
La hoja de ruta proyecta, para 2030, una integración más sólida entre los países, mayor capacidad de investigación local, inclusión laboral en regiones productoras y una industria regional que incorpore nuevas tecnologías energéticas, como hidrógeno verde y geotermia, en su cadena de abastecimiento.
Si bien el Triángulo del Litio concentra algunas de las mayores reservas mundiales, también enfrenta tensiones ambientales y sociales vinculadas al uso del agua en los salares, además de diferencias políticas entre los países. A eso se suma la volatilidad del mercado: según estimaciones de CIL, el precio del litio podría estabilizarse en un rango de US$ 20.000 a US$ 25.000 por tonelada, siempre que la oferta global se ordene.
Con esta propuesta, CIL busca que el Triángulo del Litio deje de ser un actor subordinado al mercado internacional y se convierta en un bloque con reglas propias, mayor poder de negociación y capacidad para capturar un valor más alto dentro de la cadena energética global.
Fuente: Econojournal/Redacción TE.
