En 2024, Estados Unidos alcanzó el mayor nivel de producción energética de su historia, según datos oficiales del Departamento de Energía.
El crecimiento estuvo impulsado por el repunte del petróleo y gas natural, pero también por el avance sostenido de fuentes renovables como solar y eólica.
La diversificación de la matriz energética y la mejora en infraestructuras de almacenamiento permitieron superar los niveles pre-pandemia.
Este récord consolida a EE.UU. como uno de los principales actores globales en producción y exportación de energía, en medio de la transición energética internacional.
