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jueves, octubre 23, 2025

Cognify: la “prisión mental” que promete rehabilitar delincuentes en minutos y reabre el debate sobre los límites de la IA

Por Redacción

Hashem Al-Ghaili, biólogo molecular y cineasta yemení conocido por sus provocadores experimentos conceptuales, vuelve a desafiar los límites de la ciencia con Cognify, un proyecto que plantea cárceles sin muros ni barrotes. Su propuesta: rehabilitar delincuentes en cuestión de minutos mediante la implantación de recuerdos artificiales diseñados por inteligencia artificial.

El video de presentación, que en pocos días acumula millones de visualizaciones, describe un futuro en el que los presos podrían revivir —como si fuera una simulación hiperrealista— el dolor que causaron a sus víctimas. “Bienvenidos a la prisión del futuro, donde los criminales son tratados como pacientes”, dice la voz en off del clip.

Según Al-Ghaili, el sistema permitiría reducir la población penitenciaria, acortar las condenas y lograr una verdadera reinserción social. “Los delincuentes violentos podrían experimentar recuerdos diseñados para generar empatía y remordimiento”, explica el autor. “No es ciencia ficción, está basado en décadas de investigación en neurociencia”.

Una idea entre la ciencia y la distopía

No es la primera vez que el divulgador yemení sacude las redes con propuestas futuristas. Ya lo hizo con EctoLife, una supuesta empresa de úteros artificiales, y con BrainBridge, un proyecto de trasplante de cabezas. En ambos casos, el impacto fue tan grande que debió aclarar que se trataba de conceptos, no de tecnologías reales.

Cognify, sin embargo, va un paso más allá al adentrarse en un terreno ético especialmente sensible: el control de la mente humana. La propuesta se basa en un casco que escanea las conexiones neuronales y genera un mapa cerebral de alta resolución. A partir de allí, un software de IA inserta “recuerdos sintéticos” personalizados según el delito cometido, la estructura cerebral del reo y su perfil psicológico.

El resultado sería una experiencia mental equivalente a cumplir años de condena en solo unos minutos reales.

Críticas y dilemas éticos

El proyecto ha desatado un intenso debate entre expertos en neurociencia, derecho y ética.
“Es una propuesta descabellada y peligrosa”, advierte José Manuel Muñoz, investigador del Centro Internacional de Neurociencia y Ética (CINET). “Aunque se presente como rehabilitación, en realidad defiende la idea de reprogramar cerebros, algo que nos acerca más a La naranja mecánica que a la justicia moderna”.

Desde el ámbito jurídico, la preocupación es similar. “Modificar el cerebro de una persona, incluso con su consentimiento, implica asumir que la conducta criminal se ‘cura’ con tecnología”, sostiene el jurista Damián Tuset, especialista en inteligencia artificial y derecho internacional. “Eso pone en riesgo la dignidad humana y abre la puerta a abusos inimaginables”.

IA y justicia: una frontera cada vez más difusa

Aunque Cognify es solo una idea, el debate se enmarca en un contexto real de creciente uso de inteligencia artificial en el sistema judicial. En España, por ejemplo, se utilizan algoritmos como VioGén o RisCanvi para evaluar riesgos de reincidencia o violencia. En Estados Unidos, el sistema Compas ha sido criticado por discriminar a presos afroamericanos en sus evaluaciones.

“La IA puede ayudar a gestionar información, pero no puede decidir sobre la libertad o la moral de las personas”, advierte la profesora Lucía Martínez Garay, de la Universitat de València. “Hay demasiada confianza en el dato y poca atención al individuo”.

¿Un futuro posible?

Hashem Al-Ghaili insiste en que la ciencia para hacer realidad Cognify ya existe, aunque los límites éticos lo impiden. Su intención, dice, es abrir el debate sobre cómo la neurotecnología puede transformar la justicia.

Sus críticos, en cambio, ven en su propuesta una advertencia. “Estamos cada vez más dispuestos a dejar que las máquinas decidan por nosotros”, señala la jurista Puerto Solar. “El riesgo no es solo que una IA nos castigue, sino que un día sea ella quien determine lo que está bien o mal”.

Por ahora, Cognify sigue siendo un ejercicio de especulación. Pero su impacto revela algo claro: el futuro de las prisiones —y de la ética— ya no se juega solo tras los muros, sino dentro de la mente.

Fuente: https://www.elmundo.es// https://www.tvazteca.com/

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