Brasil, referente mundial en el uso de energías limpias, enfrenta un dilema energético que abre una ventana de oportunidad para la Argentina. Con una matriz compuesta en un 90% por fuentes renovables —principalmente hidroeléctrica, solar y eólica—, el país vecino necesita respaldo en los momentos en que la generación se vuelve intermitente.
Un informe del Ministerio de Minas y Energía, presentado durante el encuentro “Cambras Business Day”, advierte que entre 2025 y 2034 la demanda brasileña de gas natural crecerá entre 40 y 50 millones de metros cúbicos diarios. El impulso provendrá del sector industrial y de la necesidad de reforzar el sistema eléctrico en períodos de baja producción renovable.
Ese escenario coloca a la Argentina y a Vaca Muerta en el centro de la escena. Con una de las principales reservas no convencionales del mundo, el país podría convertirse en proveedor clave de gas para Brasil, consolidando un eje de integración energética regional.
La relación ya empezó a dar pasos concretos. En abril, por primera vez, se realizaron exportaciones de gas argentino hacia el sur de Brasil utilizando la red de gasoductos de Bolivia. El envío —de unos 500 millones de metros cúbicos— fue coordinado por TotalEnergies, YPFB y Matrix Energía, bajo un contrato interrumpible que sirvió como prueba piloto.
El precedente se suma al acuerdo firmado a fines de 2024 entre esas mismas empresas para habilitar el transporte desde Vaca Muerta a través de la infraestructura boliviana. Con esto, se abre la posibilidad de sostener un flujo comercial estable y de largo plazo.
En un contexto de transición energética global, Brasil busca garantizar la seguridad de su sistema y la Argentina aspira a ampliar sus mercados. El gas neuquino aparece como el complemento ideal para un modelo eléctrico que, aun siendo mayoritariamente limpio, necesita respaldo firme para no detener su crecimiento.
Fuente: Diario Río Negro/ Redacción TE
