Brasil está protagonizando un giro estratégico en su política industrial automotriz: combinando incentivos fiscales, producción local e incremento de aranceles, busca consolidar una industria nacional de vehículos eléctricos e híbridos frente al avance masivo de las importaciones chinas.
Mientras en gran parte de América Latina la movilidad eléctrica avanza de forma dispersa y sin una política integral, el gigante sudamericano marca el camino en inversión, protección y reconversión productiva. La pregunta inevitable para el resto de la región es: ¿qué consecuencias tendrá esta estrategia para los países vecinos? ¿Qué oportunidades se abren y cuáles podrían perderse?
El Programa MOVER: movilidad con valor agregado
Lanzado en 2024, el Programa MOVER (Movilidad Verde e Innovación) contempla exenciones fiscales, créditos blandos y apoyo a fabricantes nacionales de vehículos eléctricos (EV), híbridos (HEV y PHEV) e híbridos flex.
- En 2025, el Estado brasileño destinará más de USD 759 millones en beneficios fiscales a la transición automotriz.
- El programa exige integración de piezas locales, sostenibilidad y capacidad tecnológica, lo que estimula la creación de empleo calificado en fábricas, cadenas de suministro e infraestructura de carga.
Inversiones récord y reconversión industrial
Los principales fabricantes del mundo están apostando a Brasil como base industrial para abastecer Sudamérica:
- BYD (China): reconvirtió una ex planta de Ford en Bahía. Producción estimada: 150.000 EV anuales.
- Great Wall Motors (China): planta en São Paulo para híbridos y eléctricos con inversión de USD 2.000 millones a 2032.
- Stellantis (Fiat, Peugeot, Citroën): anunció R$ 30 mil millones (USD 6.100 millones) en inversiones en Brasil hasta 2030 para lanzar más de 40 modelos electrificados.
Aranceles como escudo: del incentivo al proteccionismo inteligente
El otro brazo de la estrategia brasileña es la suba escalonada de aranceles a los vehículos importados:
- Desde julio 2025, los EV pagan 25 % y los híbridos comunes, 30 %.
- Se prevé un alza progresiva hasta 35 % en 2026, el tope permitido por la OMC.
- También se aplicarán aranceles a partes y kits CKD/SKD desde enero de 2027.
Con esto, el gobierno busca evitar que las importaciones baratas, principalmente desde China, destruyan la incipiente industria nacional. Solo en 2024, más del 80 % de los EV vendidos en Brasil fueron chinos, liderados por BYD, que ya representa más del 8 % del mercado de autos livianos.
¿Y Argentina? Entre la falta de política y la apertura desordenada
Mientras Brasil implementa una estrategia industrial coordinada, Argentina avanza en dirección opuesta: sin planificación, sin incentivos reales y ahora también abriendo su mercado a la importación de vehículos usados.
La reciente decisión de habilitar la importación de autos usados —incluidos eléctricos o híbridos— genera un efecto doble:
- Debilita a la industria automotriz local, que ya opera con capacidad ociosa.
- Rompe el mercado interno, sin resolver los problemas estructurales de acceso o producción.
A esto se suma un problema crónico: Argentina es uno de los países más caros del mundo para comprar un auto nuevo. Modelos fabricados localmente cuestan entre 50 % y 80 % más que en países vecinos o europeos, debido a impuestos, costos logísticos, restricciones de oferta y distorsiones financieras.
Todo esto ocurre sin una estrategia nacional para movilidad eléctrica, sin infraestructura de carga, sin normas claras ni estímulos a la producción de componentes o baterías.
Mientras Brasil construye un ecosistema, Argentina abre las puertas del garaje sin saber si quiere ser fabricante, importador o espectador.
Con litio, cobre y recursos estratégicos, Sudamérica tiene todo para liderar. Pero sin política industrial y sin integración regional, seguiremos dependiendo de lo que decidan otros.
Fuentes:
4 de agosto de 2025 – TecnoEnergía