América Latina y el Caribe se consolidan como una de las regiones con la matriz eléctrica más limpia del mundo. Según datos recientes, alrededor del 60 % de la energía eléctrica que se genera en la región proviene de fuentes renovables, entre las que destacan la hidroeléctrica, eólica y solar.
Este avance se produce en un contexto global donde la electrificación y las energías limpias son vistas como pilares para mitigar el cambio climático y reducir la dependencia de combustibles fósiles. En la región hay actualmente casi 1.800 proyectos de energías renovables en desarrollo, con una inversión que supera los 113.000 millones de dólares, impulsando tanto la generación como la diversificación de la matriz energética.
El liderazgo regional en generación limpia se explica en parte por la abundancia de recursos naturales: la energía hidroeléctrica continúa siendo la principal fuente renovable, complementada por un crecimiento sostenido de parques eólicos y solares en países como Brasil, Chile y Uruguay.
Representantes del sector energético destacan que esta transición no solo contribuye a la reducción de emisiones, sino también a la eficiencia operativa y la seguridad energética. La electrificación de procesos industriales, transportes y edificios con fuentes limpias —gracias a tecnologías como baterías avanzadas, almacenamiento y vehículos eléctricos— está acelerando este cambio estructural en las economías regionales.
Organismos internacionales han señalado que el avance en renovables en América Latina duplica el promedio mundial, que se sitúa por debajo del 30 % en muchos países. Esto coloca a la región en una posición favorable para cumplir objetivos climáticos a 2030, especialmente si se mantiene el ritmo de inversiones y se superan desafíos de financiamiento e infraestructura.
Expertos también subrayan que la COP30, celebrada en Brasil en 2025, será un momento clave para evaluar el progreso hacia metas globales como triplicar la capacidad de energías renovables para 2030, compromisos que varios países latinoamericanos apoyan activamente.
En conjunto, estos avances reflejan una transición energética significativa que no solo reduce emisiones, sino que refuerza la resiliencia económica y la competitividad regional, al tiempo que democratiza el acceso a fuentes de energía más accesibles y sostenibles.
Fuente: Revista summa/Redacción TE.




