Buenos Aires, 3 de julio de 2025
El uso problemático de dispositivos digitales entre niños y adolescentes se ha convertido en un fenómeno generalizado que ya no distingue edades ni contextos. Lejos de ser una preocupación exclusivamente adulta, la hiperconectividad empieza a ser cuestionada por los propios chicos. Así lo revela el primer episodio del ciclo “La Conversación”, una propuesta audiovisual de Infobae que abre el debate sobre los grandes temas que atraviesan a la sociedad argentina.
Durante casi media hora de diálogo, tres especialistas –la psiquiatra Geraldine Peronace, la referente de UNICEF Argentina Cora Steinberg y la consultora en ciudadanía digital Lucía Fainboim– coincidieron en un diagnóstico claro: las consecuencias del uso excesivo e inadecuado de las pantallas en las infancias ya son tangibles, tanto en la salud mental como en la sociabilidad cotidiana.
Según datos de una encuesta nacional de UNICEF, el 46 % de los niños y adolescentes argentinos reconoce tener una relación problemática con la tecnología. El relevamiento fue autoadministrado, lo que le da mayor peso a los testimonios de los propios protagonistas: muchos reportaron efectos negativos en el rendimiento escolar, el descanso y el estado de ánimo.
En promedio, los chicos argentinos acceden a su primer celular con Internet a los 9,6 años, y más del 83 % ya cuenta con uno entre los 9 y los 11. A partir de ese momento, ingresan a un entorno digital en el que, muchas veces, no hay adultos presentes ni herramientas claras para acompañar el proceso.
Las especialistas advirtieron sobre tres dimensiones de riesgo: el contenido (como la exposición a pornografía o violencia), la conducta (por ejemplo, los desafíos virales que ponen en riesgo la vida) y el contacto (el vínculo con desconocidos que pueden ejercer violencia o manipulación). Además, subrayaron que el problema no es solo el tiempo frente a la pantalla, sino lo que se consume en ese lapso.
En la clínica, explicó Peronace, se están viendo cuadros que antes se asociaban al consumo crónico de sustancias, como ansiedad, pérdida de memoria, desconexión emocional y síntomas depresivos, producto de más de 11 horas diarias de exposición a pantallas.
A pesar de este panorama, emergen señales de conciencia: “Cuando en talleres escolares preguntamos quién quiere usar menos el celular, la mayoría levanta la mano”, contó Fainboim. Incluso adolescentes que comenzaron a usar dispositivos a temprana edad ya expresan haber vivido situaciones perturbadoras o haber perdido experiencias importantes por estar conectados.
El llamado no es a prohibir, sino a acompañar. La presencia adulta sigue siendo clave para reducir riesgos como el grooming, las apuestas online o el acceso a contenidos nocivos. Y los especialistas coinciden en que es necesario recuperar espacios de conversación, juego y vínculo por fuera de la pantalla, sin demonizar la tecnología, pero sin romantizarla.
“Cuando los chicos llegan más tarde a las plataformas, pero con un mundo interior más fuerte, con intereses propios, con vínculos reales, están menos expuestos a los consumos vacíos”, concluyó Steinberg.
Crédito de autoría: Artículo original de Felicitas Hadad publicado por Infobae el 3 de julio de 2025. Adaptado para TecnoEnergía.