La administración del presidente Donald J. Trump acaba de presentar una nueva estrategia de Seguridad Nacional que marca un giro rotundo: prioriza los combustibles fósiles por encima de las políticas climáticas globales.
El documento declara como meta oficial la “dominancia energética” de Estados Unidos, descartando lo que describe como las “ideologías desastrosas” del cambio climático o del “Cero Neto”.
Con este cambio de paradigma, Washington pretende retomar liderazgo global en petróleo, gas y energía nuclear. La estrategia incluye revivir un enfoque de influencia hemisférica —incluso apelando simbólicamente a una versión modernizada de la vieja Doctrina Monroe— con el fin de controlar recursos estratégicos y limitar el avance de potencias rivales, sobre todo en el contexto de competencia con economías como la de China.
Si Argentina decide alinearse con este nuevo planteo geopolítico, su megayacimiento Vaca Muerta —hoy clave para la producción energética del país— podría adquirir una dimensión estratégica: más allá de su valor económico, se lo consideraría un “activo de seguridad regional” para Occidente.
El plan prevé que EE. UU. pueda ofrecer financiación a través de entidades como la U.S. International Development Finance Corporation o el Ex‑Im Bank, para desarrollar la infraestructura crítica: ductos, plantas de licuefacción, rutas de exportación, etc.
Además, se plantea facilitar el acceso a tecnología para exportar gas (GNL/GLP), lo que posicionaría a Argentina como un proveedor estratégico dentro de la órbita de influencia estadounidense.
Por último, el nuevo enfoque elimina muchas de las trabas ambientales anteriores —que eran un freno a los proyectos fósiles—, transformando la explotación de recursos en una prioridad geopolítica por encima de las preocupaciones climáticas.
Para el país, el giro global supone una oportunidad concreta: Vaca Muerta ya ha sido descrita por analistas como la “joya de la corona” del futuro energético nacional, con gran potencial para convertir a Argentina en una potencia exportadora.
De hecho, en las últimas semanas hubo señales fuertes de interés internacional: la entrada de la petrolera estadounidense Continental Resources —propiedad del magnate del fracking Harold Hamm— al bloque “Los Toldos II Oeste” de Vaca Muerta confirma que los inversores globales ya ven en el shale argentino una apuesta real.
No obstante, este giro también trae riesgos: el contexto internacional podría diversificar sus aliados o priorizar otros yacimientos. Asimismo, depender del apoyo externo implica también condiciones geopolíticas e intereses de potencia, lo que podría limitar la soberanía de decisiones del país en materia energética.
Fuente: Shale 24/Redacción TE.




