La reciente decisión de Estados Unidos de suspender los aranceles del 100 % a productos chinos marcó un nuevo capítulo en la relación entre las dos mayores potencias tecnológicas del mundo. Este gesto, que busca aliviar tensiones comerciales, también abre paso a una etapa de mayor cooperación y competencia en el terreno digital.
La dinámica recuerda a la histórica “Nao de China” o Galeón de Manila, que en el siglo XVI unía Asia, América y Europa en una ruta comercial estratégica. Hoy, esa conexión se reinventa en clave tecnológica: cables submarinos, centros de datos, inteligencia artificial y políticas digitales se convierten en las nuevas embarcaciones de una era interconectada.
Para países como México, situados entre ambas potencias, el desafío es doble. Por un lado, aprovechar su posición geográfica y económica para consolidarse como un puente digital entre Oriente y Occidente. Por otro, definir una estrategia nacional que le permita insertarse en las cadenas de valor de la economía del dato sin perder soberanía tecnológica.
Expertos en derecho digital advierten que el equilibrio será clave. Mientras Estados Unidos impulsa un modelo basado en la libre competencia y la protección de datos personales, China promueve un esquema de mayor control estatal sobre las plataformas y la información. En medio de ambos modelos, América Latina enfrenta el reto de construir su propia ruta digital, capaz de atraer inversiones y al mismo tiempo proteger los intereses nacionales.
En este contexto, la “Nao digital” no es solo una metáfora histórica, sino una oportunidad concreta: redefinir cómo los países se conectan, comercian y colaboran en el siglo XXI.
Fuente: DPLNews/Redacción TE.




